"Mi objetivo siempre será escribir"


Tomado de El Comercio

Leonardo Valencia TIEMPO DE LECTURA: 5' 58'' NO. DE PALABRAS: 1003 Redacción Guayaquil 00:00 Lunes 26/12/2011

A pesar de que desde 1993 vive en el exterior, Leonardo Valencia nunca descuida el Ecuador. Cada año regresa a pasar Navidad y Año Nuevo con su familia y no se olvida de publicar sus obras con editoriales ecuatorianas. Justamente cierra el año publicando la cuarta edición de su libro de cuentos ‘La luna nómada’ con la editorial Alfaguara, con el propósito de que sus historias sean leídas en el país. HOJA DE VIDA Su experiencia. Escritor guayaquileño. Ha publicado el libro de cuentos ‘La Luna nómada’ (1995, 1998, 2004 y 2011) y las novelas ‘El Desterrado’ (2000), ‘El libro flotante de Caytran Dölphin’ (2006) y ‘Kazbek’ (2008). Su punto de vista. La ficción a veces parte de un núcleo biográfico, pero luego se le da espacio a la imaginación. ¿Cuál es el objetivo de publicar tantas ediciones de ‘La Luna nómada’ y, en cada una de ellas, nuevos cuentos ? Responde al proyecto del libro, que se va ampliando en cada edición. Si los cuentos que hoy en día escribo continúan siendo de la misma temática, ¿para qué publicar otro libro de cuentos con otro título? Mejor incluirlos en el mismo título. ¿El mismo libro se volvió nómada? Curiosamente, sí. Esa es la temática principal que trato en los cuentos. ‘La luna nómada’ va en movimiento en cada edición. En esta edición incluye un decálogo para escribir cuentos. ¿Cómo describe esa experiencia? Originalmente, el decálogo lo escribí por pedido de la revista Eñe de Madrid. Fue bastante interesante. Los decálogos tienen una estructura clásica: las 10 reglas de algo. Pero como a mí me gusta sabotear la idea de los números redondos, los expandí con notas adicionales. Los decálogos son un ejercicio interesante para que el escritor ordene sus ideas sobre el acto de escribir. ¿Qué libros se encuentra realizando actualmente? Por ahora, estoy escribiendo un libro ensayo de artes gráficas y una novela. ¿De qué trata la novela? Trata sobre dos pintores, uno ecuatoriano y otro alemán, que se cruzan. Cada uno de ellos tiene un problema específico con las historias particulares de sus respectivos países. Aún no abandona, por lo tanto, la temática de desarraigo y nomadismo que viene tratando desde sus anteriores obras. ¿Es un obsesión personal? Hay una parte personal, obviamente. He vivido en varios países: en Ecuador, en Perú, en España, en Italia.Tengo vínculos con este último por mi lado materno. Creo que siempre hay una pequeña inspiración biográfica, pero la ficción es algo más. Es darle espacio a la imaginación de manera que ese núcleo autobiográfico se expande, se matice, se corrija y se mejore. Este año, continuó dando los cursos de verano de Escritura Creativa de la Universidad Autónoma de Barcelona ¿Cómo se siente en esa faceta, la de instructor? A mí incluso me resulta más satisfactorio que la mera enseñanza de literatura en la universidad. Estos son grupos más pequeños y las personas que escriben realmente están apasionadas por hacerlo. Y claro, le ponen mucha energía a lo que escriben. ¿Qué rescatará de la formación de escritores en estos talleres literarios? Son importantes mientras no se imponga un estilo al tallerista. Se debe entender la dinámica creativa de cada persona y tratar de ayudarla con el mismo estilo del alumno. No defiendo una sola estética, una sola línea literaria; sino la de distintas escuelas, distintos estilos, distintos autores. ¿Cuál es el presente de la literatura ecuatoriana? Yo creo que estamos viviendo un excelente momento. Muchos escritores ecuatorianos están publicando afuera. Cuando lo hice con ‘La Luna nómada’ (en 1995, con una editorial peruana) era como raro que una pluma ecuatoriana publicara en el exterior. Pero ahora vemos a muchos autores que lo están haciendo en Argentina, México, España y eso es una muy buena señal. ¿Encuentra una temática recurrente en la narrativa ecuatoriana actual? Hay algo que me entusiasma. He visto en autores jóvenes como Eduardo Varas, Miguel Antonio Chávez o Luis Alberto Bravo, una apertura a incluir, sin ningún tipo de intimidación o complejo, temáticas de cualquier parte del mundo. Tú notas que la cultura ya es abierta, y que el imaginario se proyecta a varios territorios. Esa es una señal de que se está dando un proceso de madurez para lanzarse al mundo. ¿Está superado el Síndrome de Falcón (el peso para escribir sobre la patria) del que usted habla en un ensayo literario? Yo creo que ese es un síndrome que vendrá cada cierto tiempo. La política cultural que actualmente tiene el Gobierno tiende a favorecer el Síndrome de Falcón: esa idea de que el escritor tiene que ser responsable por escribir sobre su país y lo que se termina haciendo es matando la libertad creativa del artista. Los lectores quieren una historia que les guste, que les apasione y no les interesa si el autor está escribiendo sobre su país o no. ¿Qué proyectos tiene para el 2012? Terminar el libro de artes gráficas y la novela. Además, estoy esperando que se publique una traducción al francés de mi obra ‘El libro flotante de Caytran Dölphin’ . Una editorial de París la va a publicar a principios del año. ¿Continuará dando sus talleres? Sí, con el laboratorio de Escritura Creativa de la Universidad Autónoma de Barcelona y con otro que vengo haciendo desde hace dos años, vía Internet. Tengo algunos alumnos de diferentes países, que van desde los 18 hasta los 60 años. Eso es lo bueno que tiene la literatura: nunca es tarde para escribir. Algunos de los alumnos que tengo son ecuatorianos.

Este contenido ha sido publicado originalmente por Diario EL COMERCIO en la siguiente dirección: http://www.elcomercio.com/cultura/objetivo-siempre-escribir_0_615538541.html. Si está pensando en hacer uso del mismo, por favor, cite la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. ElComercio.com

Comentarios