Literatura latinoamericana y el rol del escritor.



La literatura ha estado en continua evolución, se han ido adaptando a los cambios de las sociedades, en los diferentes ámbitos culturales, sociales, políticos y ahora tecnológicos.

En este contexto, el rol del escritor se ha enmarcado en ser una especie de registrador de la memoria de los diferentes acontecimientos, del pensamiento, de la cultura, de las vivencias durante el transcurso de los diferentes hechos que registra la historia. Para lo cual los escritores se han valido de diferentes estilos de acuerdo a la época y en función de la estructura social y cultural de la misma. Los estilos también han evolucionado y actuando como una suerte de verdugos de su predecesor. Y así tenemos entre otros la crónica, el clasicismo, renacentismo, el modernismo, vanguardismo, el surrealismo, realismo mágico, postmodernismo, etc.

El legado del escritor ha sido generalmente algo más allá de su estilo, vinculado a que su obra sea un participe adicional de la historia, nos referimos al aporte de la literatura en registrar, en determinado momento, la memoria colectiva de una manera artística en la cual se impregnan los detalles de las costumbres, la vestimenta, los rituales, las creencias, los mitos, los miedos, las denuncias, las soledades, la cosmovisión, las desigualdades de la sociedad y cuanta cosa más que el escritor considere perdurar o la sociedad necesite leer.

En la reconquista de España, los juglares de aquella época se esmeraron por contarnos de manera épica los acontecimientos y su registro era exaltar la liberación de una nación luego de varios siglos de sometimiento, jugando un rol importante en la autoestima colectiva.

En el modernismo, las corrientes que reaccionan ante los cambios económicos y sociales tenían la urgencia de liberalizar la literatura, para dar rienda suelta al pensamiento y expresar con mayor espontaneidad las ideas, los conceptos y abarcar también a los estratos sociales que habían sido relegados. Y Luego el vanguardismo, el neoclasicismo, el postmodernismo, etc.

En América latina el realismo mágico marca una ruptura con la tradición y la influencia europea y norteamericana. Los escritores latinoamericanos se empiezan a convertir en un referente mundial y sus obras se traducen a la mayoría de idiomas. Así la literatura latinoamericana fue quizás la de mayor dinamismo en la segunda mitad del siglo anterior que le llevaron a marcar el ritmo y atención de los lectores en todo el mundo.

Actualmente el medio literario responde a otros cánones, donde el marketing y las editoriales juegan un papel importante, No solo es importante una buena obra bien escrita, sino también que pueda venderse, o simplemente que pueda venderse. Ahora existen otros jugadores en el medio literario, los escritores, las editoriales, los representantes de los escritores y los Scouts o busca talentos, quienes recorren los países buscando obras, autores que puedan tener futuro, que puedan convertirse en best sellers.

A partir de los años 70 especialmente se empiezan a formar grupos o colectivos reaccionarios con el realismo mágico, con el boom latinoamericano y ciertas estructuras literarias, así aparecieron el infra realismo, la generación del crack, mcOndo entre otras, con ideas diferentes y contrarias, algunas de “trabajar mejor” el lenguaje, otras de mostrar la realidad tal como es, con la crudeza de los acontecimiento, y buscar nuevos derroteros lo cual sin duda moviliza las ideas hacia una nueva realidad, donde los medios de comunicación y la tecnología han empezado a predominar.

La historia de la Literatura, decía Vila –Matas es una historia aparte y si se habla de la revolución, esta consistiría en volver a empezar, significaría en no seguir confiando en cosas que han funcionado pero eso no significa que sea toda la literatura, la Literatura está todavía por hacer, posiblemente , porque parte de un equívoco inicial. y también advierte que el problema de algunos escritores es que copian un poco de lo ya hecho, se basan en fórmulas ya existentes.

En estas circunstancias nos volvemos a preguntar cual es el rol de escritor, y porque escriben, bien podríamos hacer un libraco detallando estilos y formas de escribir, sin embargo me gustaría mencionar algunas tratando de incluir mas sobre los autores hispanoamericanos.

Como Álvaro Bisama, a quien gusta el ruido de las historias que chocan unas contra otra y saturan las páginas. Skármeta piensa que se deben captar los momentos de manera luminosa, momentos esenciales en la vida de las personas y pueblos y eso hay que mantenerlo vivo, o sea hacer de cada lectura, una lectura fresca, que respecte el texto pero que no enfríe al lector.

Edgardo Cozarinsky no cree en la confesionalidad cruda, piensa que todo lo que uno escribe viene de algún fondo oscuro, barroso, pero que puesto en primer plano no le interesa, aquello es la materia prima y para el solo existe para ser elaborada.

Joyce C Oates utiliza varias técnicas narrativas en sus libros, ella dice que su escritura es un desafío desde dos perspectivas. El contenido de la historia, es decir, de lo que trata la historia; y la forma, como se la presenta a los lectores, párrafo por párrafo. Menciona ser formalista, fascinada por las formas de la literatura, las posibilidades del discurso narrativo y contar historias de diferentes formas, formas relevantes para los temas que explora.

Morábito señala que un autor que no te hace olvidar su procedimiento, su técnica, no te está emocionando, no te está seduciendo. Escribir es como un juego, escribir es robar, escribir es seducir. La literatura descansa en que siempre hay algo oculto, algo velado, que alguien trata de descubrir que es.

A Enrique Vila le interesa lo que no se ve fácilmente, lo que está en el revés de las cosas, el negativo de lo obvio. Hacer lo negativo es una tarea que tenemos impuesta, lo positivo está dado. Y piensa que “Para escribir hay que dejar de ser escritor, porque un cosa es querer ser escritor o pensar que se es escritor, y otra muy distinta es escribir”

Para Elena Poniatowska el origen de su literatura está en la calle, apunta que sus voces, su inspiración son las voces de la calle, la vida diaria, lo que nos pasa todas las mañanas, las tardes, las noches. Cree que todos tenemos un fondo de tristeza de lo que no logramos. En el fondo del alma o del espíritu tenemos un lugar donde los pensamientos duelen mucho.

Hugo Burel explica que en todo escritor el tema evoluciona y la posibilidad de escribir sobre ciertas dimensiones depende de la madurez, de la evolución como ser humano y como escritor, porque mas allá de los temas que elijas, que no son tantos, siempre te planteas algún tipo de interrogantes que van a temáticas finales, sino la literatura sería demasiado momentánea, demasiado puntual sobre ciertas cosas.

Rivera Letelier es un convencido de lo que hace, dice confiar en su intuición más que nada en la vida, yo creo en lo que escribo –dice- y tengo fe en mi intuición, imaginación, y buena memoria. Yo no planeo la estructura, me tiro a escribir con una historia difusa y van apareciendo los personajes y las escenas.

Creo que no se puede señalar que es lo que debe hacer o no hacer un escritor o hacia donde debe orientarse la literatura, hacerlo sería demasiado atrevido, pero si se pude indicar que es lo que han hecho, que piensan, que inclinaciones tienen algunos escritores.

Hablar de todos sería imposible, pero buscando algunos escritores con participación activa en los últimos años tenemos importantes criterios como el de William Ospina, ensayista y escritor colombiano quien es un convencido de nuestra herencia mestiza y latinoamericana desde México hasta la Patagonia. Piensa que debemos dejar de poner énfasis en el aspecto épico y guerrero de nuestra historia. Y sin querer adentrarnos en el conflicto colombiano, vale la pena rescatar el pensamiento del escritor, al mencionar que no se trata de un tema político sino mas bien cultural, cuando se puede abusar de una comunidad, un pueblo – dice Ospina- y ellos no reaccionan, cuando esta se deja manipular, falta de dignidad, falta de orgullo, falta de afirmación y esos son problemas culturales

La participación política de Ospina es clara y abierta, incluso ha referido cartas a Políticos como Hugo Chávez expresando su posición. Pero con respecto a su obra, la trilogía sobre la conquista del Amazonas, Ospina refiere que no se puede contar la conquista desde un solo ángulo ya que no nos permitiría habitar verdaderamente América, pero si vale la pena contarla desde el otro lado, del mestizaje, ya que hasta ahora la conquista ha sido tratada solamente sobre la proas de las carabelas de Colón; Tampoco se puede juzgar severamente a gentes de hace cinco siglos que obraban de acuerdo a otras lógicas, menciona.

Su obra trata de rescatar una identidad mestiza y contar las cosas desde lo que somos, aceptar el mestizaje, aceptar la conquista como hecho del pasado es el primer paso.

Otros autores tratan de desligar el nacionalismo de la literatura, aquello de escribir de sus países, hablan de universalizar y escribir sobre cualquier región del mundo, entre algunos tenemos a Jorge Volpi, Andrés Neuman, Mario Bellatin, Daniel Alarcón entre otros, pese a que algunas de sus obras se han situado en sus países de origen.

Jorge Volpi declarado un investigador es riguroso en indagar las materias sobre la cuales va a escribir, situación que se repite en muchos otros escritores, la investigación y la vivencia en los lugares donde se adaptará la novela se han convertido en parte de las experiencias previas a la escritura de una obra.

Volviendo al tema del nacionalismo, Volpi considera que la batalla entre lo nacional y lo universal comenzó con la conquista de América y persiste hasta hoy. En escritor- menciona- debería poder escribir sobre lo que quisiera sin que ello tuviera que llamar la atención de una manera tan importante. La polémica entre lo nacional y lo universal me parecía acabada –acota- pero al parecer está renaciendo en México, EEUU. Piensa que el tema no debe determinar la calidad de una obra pero recalca que varias de sus obras ocurren en México y nadie tiene porque saberlo.

Ve a la novela como una forma de explorar el mundo y explicar las condiciones secretas de la sociedad, es un camino de búsqueda, sostiene. Existe un compromiso ético con la novela entendida como una investigación personal que trata de encontrar algunas soluciones y ofrecerlas a los lectores de investigar a través de la ficción que esa es la naturaleza esencial de la novela.

Piensa que los escritores jóvenes latinoamericanos tienen una gran indiferencia ante la política y el compromiso, si bien gozan de una libertad que no tenían anteriormente se ha perdido el deber ser crítico.

Andrés Neuman habla de falta de referentes de la literatura latinoamericana, mencionando que esta no existe como objeto, ya que según su criterio América Latina se compone de países muy diversos, de tradiciones, paisajes, circunstancias políticas y socioeconómicas radicalmente distintas, unidas tan solo por un idioma. Pero en el fondo- añade- son las literaturas nacionales las que no existen, la literatura no debería tener un pasaporte nacional. Piensa que nunca fue cierta la literatura nacional, incluso en las épocas de las literaturas nacionales. En los últimos años los procesos migratorios, el deambular de los escritores por varios países y el manejo de varios idiomas coloca a la literatura en un contexto global.

Alberto Fuget ha sido un critico del realismo mágico, y es uno de los mentalizadores del movimiento McOndo, o una sensibilidad como el lo llama. Piensa que a nivel político en el realismo mágico, los problemas se suceden y es como que a nadie le importa y el considera que debe importarnos, si mueren 15000 personas por la erupción de un volcán para el realismo mágico es como si no importara.

Con respecto a la identidad –dice- que América Latina ahora es cool, tiene un nombre ahora ya no nos avergonzamos de ser latinoamericanos.

Fuget, amante del séptimo arte, explora el tema de cómo el cine en la literatura se puede compenetrar.

En Santiago Roncagliolo sus obras se ambientan en su país, Perú, como él lo menciona, “los temas afectan y preocupan a personas de cualquier ciudad en el mundo solo que para mí lo natural era contarlo en un escenario peruano. Las historias verdaderamente universales están a nuestro alrededor, son precisamente lo que tenemos cerca y lo que les da universalidad es nuestra mirada más que algo interior de la historia en sí”.

En Roncagliolo también se observa una afán por incidir en la sociedad, al retomar el tema del terrorismo luego de las matanzas acontecidas en su país en la época de vigencia de Sendero Luminoso, es necesario conocer lo que ocurrió, de una manera tranquila y sin temor a represalias, el autor menciona que su idea es colaborar a que los peruanos se miren en un espejo y piensen que tanto de sus propios errores hubo en ese derramamiento de sangre.

Hernán Rivera Letelier, el último ganador del permio Alfaguara a su novela El Cristo del Elki, ha sido comparado por la crítica con García Márquez o Vargas Llosa aunque el aclara que lo suyo es un realismo estético, ya que considera que lo que el cuenta es algo totalmente real, en mis novelas-dice- nadie vuela, ni levita, lo que yo pretendo es, una escena cotidiana común y corriente volverla mágica a través del lenguaje, a través de la poesía, de la estética. No se lo ha visto muy vinculado en el ámbito político pero si con un importante compromiso social.

El polémico escritor chileno Jorge Edwars, piensa que los chilenos y los latinoamericanos en general somos sociedades y países donde el pasado pesa mucho y a veces los escritores tratan de hacer una literatura del comienzo de los tiempos, de la fundación, del primer día de la creación, sobre la pura naturaleza sin historia o el mundo campesino, el mundo rural. Pero resulta que somos países incluso agobiados por nuestras historias. Tenemos historias bastante negras a veces, sombrías, difíciles de contar.

En una entrevista Ernesto Sábato expresaba, “los latinoamericanos tenemos ahora una gran oportunidad, grandes posibilidades y una gran tarea, y sería lamentable que las generaciones jóvenes la malogren imitando paradójicamente esa moribunda escolástica metropolitana, ese bizantinismo europeo de algunas escuelas, de algunos grupos. No digo que toda Europa sea así, por supuesto hay grandes escritores hoy en Europa. Creo que en lo que a nosotros se refiere, como siempre debemos aprovechar las enseñanzas y técnicas de los más grandes escritores que nos han precedido. Pero debemos cuidarnos de incurrir en el vicio decadente de la literatura literaria. (...) Como dijo un ensayista norteamericano 'nuestra época ha olvidado a menudo que un gran escritor es un hombre que escribe, no un mero artífice o maestro de las palabras'."

La literatura nacional no se buscará en lo folklórico de su temática, sino que en la profundidad de su temática.
Y añade: "La clave no ha de ser buscada ni en el folklore ni en el 'nacionalismo' de los temas y vestimentas: hay que buscarla en la profundidad. Si un drama es profundo, ipso facto es nacional, porque los sueños de que están tejidos los seres de ficción surgen de ese ámbito oscuro que tiene sus cimientos en la infancia y en la patria; que aunque no se lo proponga, y a veces porque no se lo propone, expresa de una manera o de otra los sentimientos y ansiedades, los dilemas raciales, los conflictos psicológicos que forman el substrato de una nación en un instante de su historia."

A mí me costaría trabajo aceptar que la literatura no sirve para cambiar el mundo. Dice -Fabio Morábito- Pero desde luego no creo que el cambio se dé de una manera visible, inmediata. Si no hubieran existido ciertos libros fundamentales no seriamos los mismos.

Piensa que la literatura de algún modo muestra nuevos deseos, nuevas formas de expresión, nuevas formas de conciliar el ser, de seguir siendo humanos pero de otro modo. Y lo hace a través de la imaginación, a través de la hipótesis: "qué tal si fuéramos así". Finalmente la hipótesis es eso: qué tal si verdaderamente creyéramos que un molino de viento puede ser un gigante.

La literatura nos da permiso para poder imaginar, para poder vernos de un modo diferente, pero cuando nos da ese permiso y nos convence de esa posibilidad hipotética, imaginativa, ya nos ha transformado, porque no estamos ya recluidos en nuestra vieja concepción: ya hemos adoptado como posibles otras formas, y esto a la larga se traduce en comportamientos, conductas y hechos concretos de todos los que tienen o no contacto con la literatura.

Cree que ese es el gran propósito del arte: mostrarnos que siempre hay otra cosa, que no hemos llegado a un punto final de nuestra forma de ser sino que hay muchas otras posibles. En ese sentido la literatura sí nos ha hecho distintos, sí nos cambia. Y eso justifica el esfuerzo por crear nueva literatura que probablemente incida de una manera vital, aunque no visible, en los demás.

El rol político que han asumido algunos escritores ha influido en el mundo literario, existen casos claros como el de Neruda, Sastre, Vargas Llosa, Antonio Skármeta, Edwars, el mismo Ospina y otros no tan evidentes, pero con cierta influencia a través de sus obras.

Yo creo que el compromiso político está siempre detrás de todo lo que se escribe, Yo tengo una mirada muy abierta y muy a la izquierda de la política, a pesar de que no hable para nada en la narración casi nunca de política, dice Enrique Vila- Matas sobre sus ideas políticas. Piensa que en la actitud siempre se distingue quien está detrás del que habla. También critica duramente el Ámbito literario español calificándolo de ser parte de mafias literarias instaladas hace años.

Joyce Carol Oates, expresa que la mayoría de sus novelas tienen un significado político -la intersección del individuo con la sociedad a gran escala-y ese es el único de literatura política que cree significativa. Las obras políticas de Shakespeare -añade- son tragedias primero y en segundo lugar son políticas, pero lo político es esencial para su profundidad, su significación permanente. Y la relación entre los libros y el mundo exterior, es íntima.

Y Como lo dijo alguna vez Octavio Paz “La política llenó de humo el cerebro de Malraux, envenenó los insomnios de Cesar Vallejo, mató a García Lorca, abandonó al viejo Machado en un pueblo de los Pirineos, encerró a Pound en un manicomio, deshonró a Neruda y Aragón, ha puesto en ridículo a Sartre, le ha dado la razón demasiado tarde a Bretón… Pero no podemos renegar de la política; sería peor que escupir contra el cielo: escupir contra nosotros mismos”.

Después de todo lo dicho armar el debate no creo sería difícil, hay diferentes posiciones y criterios y también varias profundidades en el pensamiento de quienes escriben, y su rol político y social. Lo que no debemos olvidar es nuestro ser crítico y escribir.

Ives Cadena

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