Receta para fabricar best sellers criollos


1.Seleccionamos un público objetivo numeroso y vulnerable (en este caso estudiantes, de escuela colegio o universidad, no importa, funciona con cualquiera que este necesitado de buenas notas)
2.Contratamos escritores, no es necesario que sean excelentes, pero si tienen que estar dispuestos a trabajar a la medida, (personajes de acuerdo al target, situaciones ídem, temas de moda y por supuesto el tinte moralista para agradar a las generaciones que desembolsaran el precio)
3.Hacemos la pre venta, es decir, negociamos con los profesores de la patria, para que “sugieran” a los alumnos el material de lectura del ano lectivo, a cambio de puntos.
4.Ponemos los libros en los estantes y nos dedicamos a vender los libros, pre vendidos como pan caliente

Este artificioso sistema de motivación a la lectura que utilizan las editoriales en complicidad con los centros educativos, ha dado lugar a que en los últimos años se cree un espejismo sobre la realidad literaria de nuestro país. Resulta que de buenas a primeras tenemos una generación de escritores best sellers, que entre tantos aplausos y cocteles se olvidan que su supuesto “éxito”, no es más que el producto de la coacción ejercida sobre indefensos estudiantes. Cuán honesto es el reconocimiento con bombos y platillos a estos autores que, siendo francos, han vendido su mediocridad por dinero fácil y cinco minutos de fama; al contrario de lo que sucede con el escritor verdaderamente comprometido con el oficio, cuyas obras por lo regular son ignoradas tanto por los medios como por el gran público.
Al parecer esa es la tendencia del mundo globalizado, estandarizar los conceptos, la moda, la política y hasta la literatura, así que no nos sorprendamos tanto.

Quizá el sistema deja mucho que desear, quizá los maestros podrían recurrir a mejores métodos, es cierto, sin embargo tampoco dejemos de reconocer el lado positivo de este dudoso asunto: el anzuelo de los referentes propios para pescar nuevos lectores funciona. No es raro encontrar chicos de trece o catorce años que hablen con entusiasmo del último libro de María Fernanda Heredia, Alejandro Ribadeneira, Edgar Alan García. Aunque nos pese decirlo, nuestros jóvenes están aprendiendo a leer gracias a iniciativas mercantilistas como esta, es un gran punto a favor en un país que siempre ha carecido de lectores. En fin, nada es verdad, nada es mentira, todo depende del cristal con que se mira.

Bernarda Gui
bernardagui@gmail.com

Comentarios

K-OZ ha dicho que…
muy bien
este es un buen punto de entrada
al tema de las narrativas ecuatoriales
recientes, pateando la puerta claro, aquella
de las editoriales consabidas
y al boom de las estrellitas de comarka
que viven de mendigar en ellas
y se valen de rocinantes nada quijotes...
je je

saluditos