Tomado de El Telégrafo
El escritor chileno Hernán Rivera Letelier, ganador del premio Alfaguara, trabajó como minero en el norte de Chile.
Datos
Premio Alfaguara
2009: Andrés Neuman, argentino.
2008: Antonio Orlando Rodríguez, cubano.
2007: Luis Leante, español.
2006: Santiago Roncagliolo, peruano.
2005: Graciela Montes y Ema Wolf, argentinas.
2004: Laura Restrepo, colombiano.
2003: Xavier Velasco, mexicano.
Hernán Rivera ganó el premio Alfaguara con una novela sobre una suerte de Mesías chileno
Redacción y Agencias
“¡Gloria al Santo Padre!”, fue lo primero que exclamó el escritor chileno Hernán Rivera Letelier al enterarse, el pasado lunes, de que su obra El arte de la resurrección fue escogida entre las 539 candidatas al Premio Alfaguara de Novela.
“Lo primero que se me vino a la mente fue que el Cristito empezó de nuevo con los milagros, porque es una novela sobre el Cristo de Elqui y el tipo ya está haciendo milagros de nuevo”, declaró Rivera en entrevista telefónica desde su casa en Antofagasta, en el norte de Chile.
Este galardonado autor se considera hijo de los escritores del ‘Boom’ y nunca ha renegado de ellos...
La obra galardonada en la XIII edición de este premio, que está dotado con 175.000 dólares, narra las andanzas del llamado ‘Cristo de Elqui’, una suerte de Mesías chileno llamado Domingo Zárate Vega, que en la década de los años 50 recorrió el Valle de Elqui, la tierra natal de Gabriela Mistral.
“Lo tomaban por loco y era semianalfabeto, pero dejaba a todos fascinados con sus sermones”, explicó este escritor a quien, según dice él mismo, basta con mirarle a la cara para saber que no es un intelectual: “Tengo cara de boxeador en decadencia. Viví 45 años en el desierto, de los que fui explotado como un obrero durante treinta, por lo que si alguien puede contar cómo es el desierto desde dentro, ese soy yo”.
Esta no es la primera vez que este iluminado personaje se pasea por la literatura chilena. Ya lo hizo Rivera Letelier en Los trenes se van al purgatorio, donde lo convirtió en uno de los viajeros del “Longino”, un legendario convoy de la pampa, y también el poeta Nicanor Parra, que entre 1977 y 1981 publicó Sermones del Cristo de Elqui.
En la novela de Rivera Letelier hay también una de esas prostitutas que tanto le gustan al escritor y que con frecuencia convierte en protagonista de sus libros. “Me llaman el escritor de las putas”, dijo durante una conferencia telefónica tras enterarse de que había ganado.
Sea milagro o no lo del galardón, el autor de La reina Isabel cantaba rancheras admite que ha tenido “mucha suerte con los premios”, lo cual supone una doble gratificación para alguien que comenzó a escribir a los 21 años por hambre, según su propio testimonio.
“Los premios literarios trastocan un poco la carrera de un escritor, pero los premios no quitan ni ponen nada, o sea, si un escritor es malo, va a ser malo, y si es bueno va a ser bueno con premios o sin ellos”, comentó jocosamente.
Uno de los primeros reconocimientos que obtuvo, recordó, le sirvió para amansar a su estómago. Tendido en una playa, y con las tripas vacías, escuchó en una radio robada por un amigo que convocaban un concurso de poesía cuyo primer premio era una cena en un hotel de lujo. Escribió un poema de amor de cuatro páginas, con el que ganó el certamen.
Rivera Letelier nació en 1950 en Talca, la capital de la región del Maule y una de las ciudades más castigadas por el terremoto del pasado 27 de febrero, pero desde temprana edad se marchó a trabajar como minero en las salitreras del norte del país, escenario de la mayoría de sus novelas.
Su padre era un pastor evangélico y él lo acompañó muchas veces cuando iba a dar sus sermones. “Mi viejo era analfabeto, pero cuando se ponía a predicar era cosa seria; cuando hablaba, las piedras lloraban”, explicó el escritor chileno.
Este galardonado autor se considera “hijo” de los escritores del 'Boom' y nunca ha renegado de ellos. En la novela ganadora mezcla la crónica histórica y social con poderosos elementos del realismo mágico, y su fuerza está en sus personajes, sobre todo en el Cristo, que recuerda a otros de Valle Inclán, García Márquez o Vargas Llosa.
“Yo aspiro a tomar lo maravilloso de García Márquez, lo mágico de Juan Rulfo, lo lúdico de Cortázar y la sabiduría de Borges”, dijo el ganador del Alfaguara, cuya novela está situada en los años treinta y cuarenta, “pero hay cosas que parecen de la época actual”.
Hoy Rivera trabaja en un nuevo texto, del que prefiere no dar detalles porque es “supersticioso”.
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