Tomado de el Universo
Es escritora y amante de la narración oral. Creó el Festival Internacional Un Cerro de Cuentos, que hoy empieza su quinta edición en homenaje al cerro Santa Ana.
Ha hecho del cuento una forma de vida. Y lo dice orgullosa. “Sí, me considero una cuentera. Es lo que digo cuando llego a un país y en el aeropuerto me preguntan qué hago”. Ángela Arboleda bromea con ese juego de palabras, pero en realidad con sus cuentos ha logrado despertar en el público el gusto y el interés por la narración oral.
Es escritora y narradora, comunicadora social y publicista, aunque en el camino desistió de esta última profesión, luego de haber ejercido como creativa.
Los horarios le impedían pasar mucho tiempo con su familia. Un día, la muerte de su padre la sorprendió y la hizo replantear su vida. “Al año de su muerte organicé todo, pude renunciar al trabajo y me fui de viaje por Sudamérica para tomar clases de teatro, danza y narración en Lima, Santiago, Buenos Aires, Brasil y Uruguay”, señala ella.
Estuvo fuera cuatro meses y regresó con la convicción de que era eso, difundir el arte, lo que quería hacer. Lo primero que hizo fue buscar empleo, porque en los viajes había gastado sus ahorros.
Fue profesora de teatro en un colegio, pero la actividad no la convenció. Así que se animó a hacer algo que pocos habían hecho: contar cuentos en restaurantes. “No entendían bien qué era lo que yo quería hacer, pero como al dueño no le costaba nada, tuve un espacio”. Ella ponía en las mesas un sobre vacío, donde los comensales depositaban el reconocimiento a una velada de narrativa.
Luego vino Un Cerro de Cuentos, el primer festival internacional de este tipo que hoy, a las 15:30, iniciará su quinta edición en homenaje al cerro Santa Ana.
Todo empezó en el 2004. Su colega Raquel Rodríguez, quien era parte del Festival de Teatro Santiago de Guayaquil, la invitó a participar en el encuentro porque había inconvenientes en la organización y se corría el riesgo de suspenderlo.
Una de las invitadas era su maestra de narración Ana Padovanni, quien venía desde Argentina. Ella había cancelado una gira en España para estar en Guayaquil, así que con Raquel se propusieron no dejar caer el festival. Asumieron la producción y el evento lo dedicaron ese año solo a cuenteros y narración oral. Se denominó Festival de Teatro Santiago de Guayaquil-Un Cerro de Cuentos.
El éxito fue tal que el próximo año se hizo solo como Festival Internacional de Cuentos. “No me imaginé que el público se enganchara con tanta facilidad. Nosotros tuvimos un promedio de asistencia de 10.000 personas y hemos ido creciendo con más gente y más ciudades interesadas”.
Desde el 2005, el festival se ha realizado en Manta, Portoviejo, Bahía de Caráquez, Babahoyo, Machala, Nobol, Daule y Milagro. En el 2006, con otros cuenteros crearon la Corporación Imaginario, que organiza actualmente Un cerro de Cuentos. Este año, el festival tendrá cuenteros de España, Colombia y Argentina. Por Ecuador estarán Raymundo Zambrano y habitantes del cerro Santa Ana.
Además, por primera vez incorporará el espacio Un Cerrito de Cuentos, cuentos para niños contados por niños. “Estamos asegurando el futuro de la narración escénica. Es nuestro semillero, nuestro Sub 12”, dice Ángela.
A sus 39 años está empeñada en conservar la tradición oral y en impulsar la investigación con adultos mayores porque son ellos, dice, los que conservan la memoria.
Es su pasión, esa que heredó de su padre, Antonio Arboleda, y que creció en ella cuando su madre le dijo que el lenguaje era la mejor herramienta para defenderse en la vida. Ahora sabe que es cierto, que el cuento es su mejor arma en la vida. (K.V.)
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