DIEGO VELASCO Y LOS TALLERES LITERARIOS



ENTREVISTA
¿Te defines como escritor?
Risas. Claro, aunque en un ambiente como el nuestro que carece de industria editorial, uno no se puede llamar exactamente escritor profesional, no hay suficiente demanda de lectores. Así que en nuestro medio un escritor depende mucho de la autopromoción. Así que uno tiene que forzosamente ser escritor a medio tiempo, tener otras actividades. La escritura no lo es todo en mi vida.

¿Cuánto tiempo llevas dirigiendo los talleres de la Casa de la Cultura?
Desde el año 2005 enero, son aproximadamente cuatro años en los que hemos estado procurando formar una generación de escritores.

¿Cuéntame como llegaste a dirigir los talleres de la Casa de la Cultura?
Pues llevo en esto alrededor de veinte años, desde los talleres de los años ochenta cuanto vino Miguel Donoso Pareja e hizo una selección de veinte personas entre las que estaba yo. Me gustó mucho sobre todo la animación literaria. Por esos tiempos también formamos un grupo llamado El Matapiojo. Luego fui a Bélgica a hacer un masterado volví en 1994 retomé el trabajo, armamos los talleres del Café Libro, trabajé también en Riobamba en un proyecto piloto de literatura a nivel secundario.

¿Cuánto aportó el taller con Miguel Donoso en tu oficio de escritor?
Bueno, puedo decir que antes no teníamos una idea clara de cómo era esto, eran tiempos que los talleres literarios empezaron a institucionalizarse, en varios paises entonces vino Miguel Donoso que había trabajado en México en el instituto de Bellas Artes, su experiencia fue importante sobre todo en la manera crítica de ver un texto.

¿Qué ventajas tiene un escritor novel que hace taller?

Tiene la ventaja de la crítica colectiva, el conocimiento de literatura de diferentes fuentes, lo que ayuda a tener una perspectiva más amplia, y a no limitarse a emular a ídolos. Porque, eso es lo primero que pasa, los jóvenes vienen con su Bukowski entre ceja y ceja o con Bolaño, de modo que parecería que no hay nadie más. El asunto es no cerrarse ante cánones ni modas.

¿Hablaste de Bukowski y Bolaño, qué otros referentes tienen los escritores noveles de estos tiempos?

Depende, en poesía están influenciados por la escritura minimalista, seudo apolítica, sin sentido del humor, pretendidamente oficiosa y nada más. Esa escritura tiene también referentes nacionales. Los grandes premios Alfaguara o Planeta, definen también la pauta a seguir. Es el resultado de una era globalizada, a diferencia de los años sesenta cuando las editoriales imponían tendencias. Luego grupos como Mc Ondo o Crack han influido.


Ya que mencionaste los premios, ¿Crees que se premia el talento o un buen producto?
Eso es muy subjetivo, desde luego son un aliciente, una buena motivación, pero regularmente son producto de una moda, un gusto muy reducido o de los jurados. Tomemos en cuenta a muchos de los grandes escritores no les llegaron esos premios. Hablemos de Borges o de Dávila Andrade, que por su obra Boletín y Elegía de las Mitas, que es uno de los grandes poemas del siglo veinte, recibió un segundo premio y así podríamos hablar de tantos ejemplos. A veces son compadrazgos, tutorías, amistades. En general, los premios son una motivación, pero a un escritor no le hacen los premios.

Se dice que en nuestro país hay un círculo de poder alrededor de la cultura, específicamente en la literatura, ¿Qué piensas de eso?
En cierta época la literatura estaba vinculada a la aristocracia, a la gente ilustrada, en los años sesenta se abrió a clases media intelectuales que crearon argollas, quisieron pisar a los que venían atrás. Ahora hay una gran cantidad de escritores ecuatorianos, yo diría alrededor de unos cien que están escribiendo de manera regular, lo cual es una situación inédita. Yo creo que esto va a dar una gran variedad de autores con nuevos patrones y registros, aunque posiblemente sobrevivan las argollas.

¿Cuál sería el aporte de los Talleres de la C C E a la literatura Ecuatoriana.

Son un gran aporte porque son gratuitos, nadie impone un tamiz. Los integrantes van formando grupos colectivos que son una primera instancia del desarrollo personal, a su vez se van integrando a colectivos nacionales o latinoamericanos. Tenemos ejemplos como el de Geovana Lopez, Freddy Ayala, Pablo Mogorvejo.

Háblame de las expectativas de la gente que entra al taller

Hay gente que piensa que en un taller vas a aprender a escribir correctamente, lo cual es muy difícil, un taller literario es más bien un proceso de socialización. Las expectativas son muy variadas. Se inscriben cien personas, unas treinta permanecen un largo tiempo y finalmente quedan unas quince. Debo aclarar que no ha habido ningún tipo de tamización elitista. Puede ser que algunos no colmaron sus expectativas.

¿Has encontrado talentos escondidos en tu taller?


Por supuesto, eso se puede notar en las publicaciones recientes y en los blogs. El problema es que no hay suficiente apoyo institucional, por parte de la misma Casa de la Cultura que prefiere promover lo que considera sólido, pero lo nuevo tiene sus restricciones.


Bernarda Gui

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